martes, 14 de agosto de 2007

Pequeños conocedores...

Eyes Poppin Es increíble cómo nos conocen los chicos, saben lo que nos gusta, lo que valoramos, lo que no nos gusta, nuestras miradas de desaprobación. Y muchas veces demuestran ésto dejándonos boquiabiertos. ¿Quieren ejemplos?

Nos dicen que somos las Mamás más lindas, pero siempre hay "alguna" que es la más linda de las nenas.... hace poco me olvidé en casa el almuerzo de mi hijo (de 6 años), se lo llevo al colegio pero ya era un poco tarde, por suerte las maestras habían resuelto el tema y como premio Luchi me dijo "no te preocupes, todavía sos una buena Mamá".

Ayer, sin ir más lejos, mi hija me amenazó (con sólo 4 años), si yo no accedía a su mandato no me va a regalar "ninguna ropa para tu cumpleaños". High Heels

Sin palabras.

Loli

lunes, 13 de agosto de 2007

Música de fondo


Aún recuerdo con nitidez el sonido de la escoba que captó mi atención durante la clase. Tenía diez años, me sentaba cerca de la ventana del aula, en la planta alta del Colegio. Era otoño y la ventana a mi izquierda permanecía abierta. Era la clase de ciencias, mientras nuestra maestra, Stella, explicaba la división del planeta en hemisferios.

Colándose como música de fondo llegaba a mí el sonido suave de una escoba. Giré mi cabeza para escuchar y descifrar si el ruido venía del mismo colegio o de alguna casa vecina, ¿pero cuál, si al lado sólo había un club?

Mi concentración en aquella escoba era plena, podía imaginar con claridad a la persona que barría y el movimiento que llevaban sus brazos. La cadencia de la escoba me había absorbido, la ventana con rejas verdes se había agrandado en mi afán por salir de clase al encuentro del sonido, era la puerta de acceso al causante de tanta intriga. Ansiaba ver la escoba y quitarme todas las dudas. Pero fui yo quien tuvo que quitarle la duda a Stella, y demostrar que a pesar de mirar por la ventana no había dejado de escuchar su clase.

Loli

miércoles, 8 de agosto de 2007

¿Super quéeeeee?


Ni mujer maravilla, ni super Mamá... Super agotamiento! o desafío a la paciencia!
Una simple ida a la peluquería infantil se convirtió en esas salidas que nos cambian el humor. Paso a explicarles los acontecimientos:

  1. estuve 20 minutos en el auto dando vueltas en círculos para conseguir estacionamiento, que obtuve a 4 cuadras de la peluquería...

  2. una vez dentro, me ocupé de observar a la más chiquita para que no corriera de punta a punta del local y no se llevara a nadie por delante.

  3. el peluquero les regaló a los chicos bolsitas llenas de caramelos, chupetines y etcéteras que aseguraron una vuelta a casa repitiendo a cada segundo que las golosinas eran para después de cenar.

  4. una vez "a salvo", descubrí que había olvidado el buzo del colegio de los chicos y unos juguetes en la pelu.

  5. volví y recuperé todo a tiempo (eran casi las 8 pm...) y camino a casa escuché a Lucho quejarse porque le picaba el cuello por haberse cortado el pelo y era imperativo llegar rápido.

  6. una vez en casa siguió la negociación por las golosinas, al punto que se metieron en el baño mientras yo intentaba diligentemente hacer pis...

¡Agotadooooooooooor! ¡Desearía estar en la seguridad de mi camita!

La mujer maravilla, batichica y hasta gatúbela no tendrían resistencia a tantos acontecimientos juntos en tan poco tiempo.

Paciencia ¡A mí!

Super-Loli



lunes, 6 de agosto de 2007

La mujer maravilla



A los chicos les decimos que los fantasmas no existen... a las mujeres hay que recordarnos que la Mujer Maravilla es ficticia. Queremos trabajar bárbaro, tener la casa divina, cocinar como un chef, ser madres amorosas, conocer cada detalle de la vida de nuestros hijos y ¡estar divinas! Pero resulta que llegamos corriendo al trabajo y nos esperan toneladas de tareas, la casa quedo tal cual la dejamos a la mañana, pedimos comida a domicilio, estamos agotadas para jugar un rato más con los chicos, abandonamos el gimnasio y nos maquillamos en el tren, el auto o el colectivo.

¿A quién engañamos?
Son varias las mujeres que aceptaron que en algún momento de sus vidas esto les pasó (yo primera en la lista!). Pareciera que queremos dejar nuestro toque personal en cada cosa que hacemos y a veces esta actitud va en detrimento nuestro. Terminamos agobiadas. Entonces deleguemos, mientras podamos, lo que no nos guste hacer o sigamos creando puentes... pidamos ayuda o companía.
Nos gusta saber que nos necesitan y a los que nos rodean les puede pasar lo mismo y les haríamos un regalo abriendo nuestras puertas, invitandolos a fomrar parte de nuestras vidas.
Es una forma de demostrar aprecio, fíjense todo lo que podemos transmitir en un simple ¿me ayudás? ¿me acompañás?
Además, ¿en qué capítulo vieron a la mujer maravilla luchar y lavar los platos al mismo tiempo?
Ahhhh! ¡Vieron!
Loli

miércoles, 18 de julio de 2007

¿Qué sombrero estás usando?




En el post anterior hablé de oficios o profesiones que deseábamos desde la infancia, y Celi puntualizó algo que nos vamos dando cuenta a medida que crecemos: una profesión u oficio debe ser rentable... el "hada madrina profesional" no sólo no es rentable, sino que podría tornarse estresante. Esto me hizo pensar en las cosas que hacemos sin esperar nada a cambio y que a veces ni siquiera nos damos cuenta del rol que estamos tomando.

Hace unos años empecé a leer el libro "Seis sombreros para pensar", donde el autor identifica cada actitud con un color de "sombrero" que utilizamos al pensar, asi el rojo es de emociones, el blanco analiza los hechos, el negro busca el lado negativo, el verde representa la creatividad.

Me gustó la idea de los sombreros para representar las distintas actividades que realizamos a veces sin notarlo, o los matices que podemos tener. A los 14 años me puse el sombrero de bailarina y de vez en cuando muevo los muebles del living y lo uso de nuevo! El sombrero de enfermera lo descubrí diciéndole a mi hermano cuán efectivo era el paracetamol vs. el ibuprofeno, me dijo "¿cómo sabés estas cosas?" aprendí siendo Mamá. Volví a ser niña con mis hijos llevándolos al teatro y cantando sus canciones, me convertí en actríz y titiritera para ellos... el sombrero de cantante no sé si les gustó...¡pero lo usé! El de hada o maga me encanta.

Últimamente, el sombrero más usado en casa, y que descubrí hace poco, es el de "jueza", sí, me llegan casos de: yo primero, ella empezó, eso es mío y la lista continuará.

Un sombrero que me encanta es el de novia, la maniobra consiste en dejar a los chicos en casa de los abuelos, elegir cine/ teatro y lugar para cenar... ¡y salir con mi marido!¡como en los viejos tiempos!

Otro que me hace muy bien se llama "5 minutos para mí", suena egoísta, pero es altamente curativo, es tán fácil como darnos un gusto de vez en cuando.

¿Qué sombrero estás usando?
Loli

jueves, 12 de julio de 2007

¿Qué vas a ser cuando seas grande?


Cada vez que respondí esta pregunta, puse en ella todas mis ilusiones: bailarina o maestra son las respuestas que recuerdo. También quise ponerme en los zapatos de Cenicienta mientras tarareaba la canción del hada madrina.

Si bien de grande tome otros rumbos, me doy cuenta que pude realizar un poquito de cada cosa… la danza fue prioritaria durante mi adolescencia ; maestra tampoco soy, pero “despunté el vicio” en el trabajo dando entrenamientos, y cuando me casé me sentí tan divina como Cenicienta con el vestido celeste.

¿Y el hada madrina? No escuché a nadie desear ser hada madrina, pero creo que secretamente eso queremos cuando nuestro corazón se abre generoso, escuchamos con atención y deseamos ayudar a otro a cumplir un sueño o tan sólo sonreír, llevarles un momento grato.

Piensen por un minuto en aquellos momentos que los convirtieron en hadas o magos de amigos, hijos, nietos, sobrinos, padres y abuelos…. estuvieron buenos ¿no? Ayer me sentí como un hada después de organizarle el cumpleaños a mi hija y ver su carita sonriente, nada llena más mi corazón.

Peter Pan necesitaba un pensamiento felíz para poder volar, tengamos el nuestro para que otros puedan hacerlo.

Loli

Estar a la moda

Antes de ser Mamá era lo que llamamos “un palo vestido”, demasiado flaca, pero había un problema que no tenía: ¡la ropa! Mi talle era siempre el mismo, no tenía dudas, miraba una prenda en la vidriera y determinaba si me quedaría bien o mal.

En mi primer embarazo aumenté 17 kilos… ¿Se imaginan semejante transición? Yo no tenía la más remota idea, me consideraba una futura Mamá divina. Hasta que dos semanas antes de parir, un amigo al que no veía por mucho tiempo, me dijo “No me llama tanto la atención tu embarazo como tu cara redondita” ¡Glup! Era cierto, en el cumpleaños de mi madrina recuerdo haber contado hasta tres entre bocados, para no parecer hambrienta.

Bajar esos kilos me costó más de lo esperado, y yo tampoco ayudé lo suficiente… Desde entonces me sumergí en las luchas de la ropa “esto lo llevo suelto porque tengo panza” o “me quedo con ropa chiquita para obligarme a bajar de peso”… Finalmente logré algo bastante parecido a lo que deseaba.

Sin embargo, hace poco tuve que reacomodar la alimentación de mi familia…¡Y me comí todo lo que ellos no debían! Para que no se tentaran… Resultado: 3 kilitos arriba. JE!

El año pasado mi hija, con sólo 3 años me dijo “¿Querés ser una Barbie girl y estar a la moda?”. Me causó gracia que repitiera una publicidad textualmente, a tan corta edad. Ahora gritaría ¡SI, QUIERO!

Ya sé, no me digan nada…. urgente al gimnasio.

Loli